Internationalist Standpoint (Punto de Vista Internacionalista) es un sitio web creado por socialistas revolucionarios de varios países de todos los continentes. La iniciativa fue tomada por varias secciones que abandonaron la ASI en el primer semestre de 2021: Xekinima, de Grecia, NEDA de Chipre, SOSYALIST ALTERNATIF de Turquía, Socialist Action de Australia e International Socialist Forward de Taiwán, junto con compañeros individuales de Bélgica, Gran Bretaña y el Estado español. En el proceso, y después de una serie de discusiones, a las ex-secciones y grupos de la ASI se unieron la Tendencia Marxista Revolucionaria de Irán, la Tendencia Marxista Revolucionaria de Afganistán y el Movimiento Socialista Revolucionario – Nigeria. Estamos en un proceso de discusiones con otras organizaciones o grupos de otros países, con el objetivo de unificación o colaboración – en Europa, América del Norte y América Latina.
Internationalist Standpoint (Punto de Vista Internacionalista) se basa en una comprensión común de la situación objetiva y de la profunda crisis del sistema capitalista, y se adscribe a objetivos estratégicos comunes sobre la lucha por una sociedad socialista, basada en la democracia obrera, la propiedad pública de los medios de producción, una economía planificada, la libertad y un sistema multipartidista. Estamos unidos en la lucha por la construcción de partidos revolucionarios de masas, como las herramientas necesarias para lograr el cambio social. Consideramos que la falta de estos partidos revolucionarios de masas es el mayor obstáculo en el camino hacia una remodelación revolucionaria de la sociedad.
La razón por la que tales formaciones revolucionarias no han adquirido todavía un apoyo de masas o semimasivo (con la única excepción notable de Argentina en el curso de la última década) no se debe sólo a factores objetivos, sino también a factores subjetivos. Los desarrollaremos más a fondo en el curso de esta declaración y en futuros documentos.
Luchamos por la convergencia de las fuerzas revolucionarias. Y no creemos que la unanimidad deba ser una condición para dicha convergencia. Por el contrario, creemos que la unanimidad es imposible -siempre lo ha sido y lo es aún más en nuestra época. Por lo tanto, la convergencia de las fuerzas revolucionarias sólo puede tener lugar sobre la base de aceptar la existencia de diferencias en el marco de los principios revolucionarios fundamentales comúnmente compartidos y el derecho a expresarlos abiertamente, en el contexto de una discusión democrática y abierta entre las organizaciones y las masas en lucha. Este tipo de régimen interno democrático no existe en la mayoría de las formaciones de la izquierda anticapitalista actual y esto es, en nuestra opinión, una de sus desventajas cruciales. Queremos luchar para superar esto, como condición necesaria para la construcción de organizaciones socialistas revolucionarias de masas a escala internacional. Un enfoque político correcto, una relación correcta con los movimientos de masas y su conciencia y un régimen democrático interno saludable están, en nuestra opinión, dialécticamente entrelazados y tienen una importancia igualmente crucial.
La crisis capitalista provocada por la pandemia
El sistema capitalista se encuentra en una crisis extremadamente profunda. Esta fue desencadenada por la pandemia de Covid, pero las condiciones para ello ya habían madurado antes de la pandemia e independientemente de ella.
La pandemia obligó a las clases dominantes a lanzar cantidades de liquidez sin precedentes en el sistema a nivel mundial, particularmente en el curso de 2020, y especialmente en los países ricos, para salvarlo del colapso. Esta liquidez masiva tuvo el efecto de salvar al capitalismo de una catástrofe económica inmediata, pero se sumó enormemente a las contradicciones que ya existían: los déficits presupuestarios y la deuda pública y privada han alcanzado niveles sin precedentes, un nuevo número de burbujas han surgido (bolsas, bienes raíces, criptomonedas, etc.) y la inflación ha reaparecido después de décadas.
Las clases dirigentes de todo el mundo caminan en la cuerda floja: tienen que tomar medidas para disminuir los déficits, la deuda y la inflación con el fin de ser más competitivos en los mercados internacionales, pero una vez que se mueven en esta dirección, corren el riesgo de empujar el sistema de nuevo a otra recesión grave.
Está claro que las contradicciones orgánicas del sistema capitalista que sentaron las bases de la Gran Recesión de 2008-9 y se revelaron de nuevo en las crisis económicas de 2020 siguen presentes. La clase obrera y los pobres, a nivel internacional, serán llamados una vez más a pagar las crisis del sistema.
La pandemia: el crimen del capitalismo contra la humanidad
La pandemia ha revelado el carácter reaccionario y mortífero del sistema capitalista. En el momento de escribir este artículo, el número de muertes se acerca a la asombrosa cifra de 5,5 millones: ¡más de 800.000 en Estados Unidos, más de 600.000 en Brasil y casi medio millón en la India! Y sin embargo, la pandemia podría haberse controlado si se hubieran tomado las medidas necesarias desde el principio. Los dictadores chinos del llamado Partido Comunista ocultaron la verdad y los hechos en torno al virus; y luego las economías capitalistas de Occidente tardaron en tomar medidas, porque querían mantener sus economías en marcha para no perder terreno en la competencia mundial. Los sistemas sanitarios nacionales se mostraron completamente incapaces de hacer frente a la pandemia debido a décadas de abandono, privatizaciones y sabotaje por parte de las políticas neoliberales, e incluso después de que estallara la pandemia, no se tomaron medidas reales para impulsarlos.
Las clases dominantes intentan culpar de todo a la “responsabilidad individual” para vacunarse y tomar las precauciones necesarias, pero el hecho es que más del 90% de las poblaciones de los llamados países en desarrollo siguen sin vacunarse (según la Universidad de Oxford, a mediados de diciembre menos de 4 de cada 100 personas estaban completamente vacunadas contra el Covid-19). Por lo tanto, todo lo que haga el individuo no puede poner fin a la pandemia, que tiende a convertirse en endémica debido a las inevitables mutaciones.
Otro hecho exasperante relacionado con la pandemia, es que las vacunas fueron financiadas esencialmente con dinero público, pero los enormes beneficios van a parar a las grandes multinacionales farmacéuticas, que se niegan, junto con los gobiernos capitalistas, a renunciar a las patentes de las vacunas y permitir que los países pobres las desarrollen. Las grandes farmacéuticas y el sector de la salud en general deberían salir de las manos del sector privado y ser nacionalizadas bajo el control y la gestión de la sociedad y la clase trabajadora; esa es la única manera de ponerlas al servicio de la humanidad.
Medio ambiente
El medio ambiente es otro gran problema que revela el carácter reaccionario del sistema capitalista. La vida en la tierra de miles de especies y la civilización humana tal y como la conocemos, están amenazadas. Desde hace décadas los científicos y movimientos ecologistas vienen advirtiendo sobre los efectos de las emisiones de gases de efecto invernadero, los plásticos, etc. Los gobiernos capitalistas no han hecho nada o están haciendo demasiado poco y demasiado tarde. La competencia capitalista, por el beneficio y el dominio mundial, impide a los gobiernos realizar las inversiones necesarias en el momento oportuno y de forma organizada y planificada para que las fuentes de energías renovables sustituyan a los combustibles fósiles. La reunión de la COP 26, que tuvo lugar entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre en Glasgow (Reino Unido), fracasó por completo a la hora de tomar medidas serias para hacer frente a la crisis climática. Una vez más, los capitalistas intentan responsabilizar individualmente a cada persona de esta crisis. Pero el hecho es (como revela la Base de Datos de Desigualdad Mundial y otras fuentes) que el 10% más rico del planeta produce el 50% del CO2 que se emite a la atmósfera, mientras que el 50% más pobre sólo causa el 12% de las emisiones de CO2. La nacionalización del sector energético, bajo la gestión de los trabajadores y el control democrático de la sociedad, es una condición absolutamente necesaria para el giro hacia las Energías Renovables de forma planificada y organizada para no provocar crisis energéticas como la que estamos viviendo en el periodo actual (con enormes subidas de los precios de la electricidad, el gas natural y el petróleo).
En definitiva, el sistema capitalista revela una vez más su carácter históricamente obsoleto y reaccionario, provocando sufrimientos humanos y catástrofes económicas incalculables y haciendo pagar por ellas a la clase trabajadora, al tiempo que pone en peligro la vida y la civilización de nuestro planeta.
Luchas y levantamientos de masas
La clase obrera y las masas populares han demostrado una y otra vez su voluntad de lucha. El año 2019 fue un año de luchas, revueltas y levantamientos revolucionarios excepcionales, superando probablemente en cuanto a número de movilizaciones a 1968, año que supuso un punto de inflexión en la historia posterior a la Segunda Guerra Mundial. La pandemia funcionó como una pausa en este proceso pero, a pesar de ella, se produjeron luchas muy importantes en el transcurso de 2020 y 2021.
Está claro que las masas tienen la voluntad de luchar y de hacer todos los sacrificios inevitables en su lucha por una vida digna.
Mientras que en los países “en vías de desarrollo” hemos tenido movimientos y revueltas de masas, a menudo de carácter revolucionario (como en Chile, Ecuador, Líbano, Myanmar, etc.) en los países “desarrollados”, industriales, hemos tenido movimientos muy importantes, con la participación de millones, contra la crisis climática, contra la represión de las mujeres y de las personas LGTBQ+, contra el racismo (el movimiento BLM en los EEUU e internacionalmente) y la extrema derecha y el neofascismo (particularmente en Europa). Estos movimientos han sido encabezados por la juventud.
Todo lo anterior son elementos muy importantes de un despertar de la conciencia a escala internacional, después de los gravísimos retrocesos que hemos tenido en el transcurso de las últimas décadas, de la dominación de las políticas neoliberales de derecha, del ascenso de los partidos populistas de derecha y de extrema derecha y de la capitulación de los partidos que cuentan con el apoyo electoral de la clase trabajadora a la agenda neoliberal.
El problema del liderazgo
Las luchas, como las anteriores, por muy masivas, abnegadas y heroicas que sean, no pueden ser victoriosas sin una dirección política y organizativa proporcionada por las organizaciones de las masas trabajadoras y de los pobres. Sin embargo, esa dirección es precisamente lo que falta. No hay partidos obreros de masas dispuestos a luchar consecuentemente por los derechos de las clases trabajadoras y de los sectores más pobres de la sociedad.
Los viejos partidos de la clase obrera (socialdemócratas, socialistas, laboristas o comunistas) han capitulado todos ante la clase capitalista dominante, sobre todo tras el colapso de la Unión Soviética. Las formaciones de izquierda más recientes, creadas en las últimas dos o tres décadas, han mostrado graves limitaciones cuando no se han vendido cínicamente, como SYRIZA en Grecia. El principal problema al que se enfrentan las masas trabajadoras a nivel internacional, hoy en día, es la falta de organización y dirección – la crisis del sistema se refleja en una crisis de las organizaciones de la clase trabajadora, políticas y sindicales.
El espacio trotskista en crisis
El espacio trotskista, que ideológica y políticamente está bien posicionado para dar respuestas y perspectivas en la actual coyuntura, también está en profunda crisis. Los abajo firmantes han salido de crisis en las agrupaciones internacionales a las que pertenecían. También hemos sido contactados por escisiones salidas de crisis de otras agrupaciones internacionales. Hemos llegado a conclusiones similares sobre las raíces de la crisis en las organizaciones trotskistas.
Creemos que en la mayoría de las organizaciones trotskistas no hay una comprensión adecuada y equilibrada de las perspectivas. Hay un intento de simplificar demasiado las perspectivas, y de ser demasiado optimistas, viendo sólo el potencial pero no las complicaciones de la situación objetiva. El repetido error de ver la revolución “a la vuelta de la esquina” ha caracterizado a muchas de las organizaciones trotskistas en el pasado y continúa hasta hoy. En otras ocasiones, las organizaciones trotskistas se dejaron llevar por conclusiones pesimistas y al final capitularon ante las presiones del reformismo y el oportunismo.
Creemos que no hay suficiente comprensión del estado de ánimo y la conciencia de las masas trabajadoras, y como resultado el programa de transición termina en “gritos revolucionarios” para muchas organizaciones trotskistas que las aíslan de la clase a la que desean servir.
Estamos convencidos de que en la mayoría de las organizaciones trotskistas no hay una comprensión correcta de cómo se puede construir la futura Internacional revolucionaria de masas. La idea de que algunos “mesías” serán los Lenins y Trotskys de hoy, desafortunadamente es bastante común. En relación con esto, hay una distancia entre los autoproclamados líderes y la propia clase obrera. Muchos “líderes” de tales organizaciones no tienen vínculos orgánicos con la clase obrera, sino que piensan que pueden dirigirla como intelectuales.
Por lo tanto, pensamos que un proceso de convergencia de diferentes grupos y corrientes revolucionarias, que inevitablemente conservarán sus diferentes características y “escuelas de pensamiento”, es la única manera de construir una Internacional revolucionaria de masas.
Por último, pero no menos importante, existe un claro problema con el régimen interno de la mayoría de las organizaciones trotskistas, evidentemente influenciadas por el estalinismo y afectadas por su aislamiento de la masa de la clase obrera. Las opiniones diferentes no son respetadas como deberían, las ideas diferentes son tratadas con hostilidad y son expulsadas en la mayoría de las organizaciones existentes. Incluso donde se permiten formalmente las “facciones”, las “tendencias” y las “agrupaciones”, la cultura interna es tal que no se les permite permanecer.
Nuestro deber histórico-revolucionario
Tenemos el deber de continuar la lucha contra el sistema capitalista, por una Internacional revolucionaria de masas y por la transformación socialista de la sociedad. Está claro que no es posible ver ahora la formación de tal Internacional, pero también está claro que es el único camino a seguir.
Continuaremos las conversaciones entre nosotros con el objetivo de debatir en profundidad todas las cuestiones mencionadas y llegar al mejor entendimiento posible.
Continuaremos la colaboración y las iniciativas comunes con otras fuerzas y las invitaremos a unirse a este mismo esfuerzo.
Internationalist Standpoint (Punto de Vista Internacionalista) será un sitio web que propondrá una línea específica de enfoque, y posiciones concretas sobre las diversas cuestiones políticas que surjan, pero al mismo tiempo estará abierto a diferentes opiniones, invitará a la discusión y a los debates. Esta es la única manera de proceder, sin “mesías” y con una discusión democrática plena y una amplia participación en el proceso de toma de decisiones.
Un régimen democrático interno sano es, en nuestra opinión, una condición previa absolutamente necesaria para un análisis político correcto y equilibrado, para el desarrollo de la teoría y de los aspectos del marxismo en la época actual, para una relación sana con los movimientos de masas y para un programa de reivindicaciones transitorias vivo y bien elaborado, para unas fuerzas organizativas optimistas y enérgicas.
Confiamos en nuestras ideas del marxismo revolucionario y en la capacidad de la clase obrera para tomar el futuro en sus manos y sentar las bases de una nueva sociedad, un mundo socialista, basado en la libertad y la democracia, aboliendo la explotación, la injusticia y la desigualdad, en contra de los beneficios de la ínfima minoría de los superricos, en beneficio de la inmensa mayoría de las masas trabajadoras.